Comenzamos nuestra escuela el sábado 29 de marzo de 2014 con la profesora Anna Freixas Farré, bajo el título: LAS RELACIONES ENTRE MUJERES, UN ARCO IRIS DE INTENSAS EMOCIONES.
Anna Freixas Farré, nació en Barcelona el 21 de julio de 1946.
Doctora en Psicología por la Universidad de Barcelona y catedrática de Escuela Universitaria en la Universidad de Córdoba , afincada en Córdoba desde 1981.
Las líneas de investigación sobre las que trabaja y sus publicaciones tratan sobre mujeres y envejecer, sobre coeducación y feminismo y sobre la transformación de la investigación y la docencia en psicología desde una perspectiva de género.
Sus investigaciones y publicaciones han promovido una aportación pionera en el desarrollo de la gerontología feminista en nuestro país.
La transmisión de valores
Las mujeres en nuestras numerosas relaciones
transmitimos valores sociales de todo orden, pero sin darnos cuenta nos
convertimos en correas de transmisión de aquellas partes de la ideología
patriarcal que nos excluyen del contrato social, que perpetúan los roles de
género de sumisión y enajenación.
El patriarcado subsiste manteniendo a las mujeres
divididas, empujándonos a que compitamos. Es el espejo de la separación
madre-hija. Necesitamos resistencia para luchar contra los mensajes
silenciadores de la cultura que intentan acallar la voz de las mujeres y de las
chicas desde la adolescencia.
Pregunta: ¿Cómo recuperaremos la voz que nosotras perdimos en la adolescencia,
como requisito previo para enseñar a las generaciones jóvenes a no perderla?
Los
vínculos afectivos
Para las chicas y las mujeres el contacto humano y
la relación entre las personas suponen un elemento central. Para todas nosotras
el núcleo de nuestras vidas se basa en un contacto humano estrecho, que vivimos
como una enorme fortaleza.
Los vínculos se
rigen por el principio del placer: el placer los consolida, la coerción los
destruye.
La amistad
La amistad es una elección
que no se fundamenta en vínculos de sangre o vecindad, proviene de la libertad
y se establece a partir de las afinidades electivas; se funda en la afectividad
y la libre elección y se caracteriza por la reciprocidad.
Las mujeres
somos expertas creadoras y mantenedoras de relaciones de amistad, que tienen un
inestimable valor en el sentimiento de bienestar.
Las depositarias
suelen ser otras mujeres de igual, menor o mayor edad. No importa demasiado
porque difuminamos nuestras diferencias dando y recibiendo en nuestros ricos
intercambios intergeneracionales.
La sororidad
Las
relaciones que mantenemos con nuestras diversas hermanas de sangre, de amistad,
de comunidad, de proyecto, constituyen vínculos de sororidad que desempeñan a
lo largo de nuestra vida un papel inestimable.
En
la relación con una igual ―no una madre, no una hija― aprendemos y enseñamos,
nos acompañamos y nos construimos. Las mujeres hemos confiado siempre en otras
mujeres. Nos necesitamos para llevar adelante el complejo entramado de la vida
y para cumplir con los mandatos de género.
La sororidad contribuye
a nuestra construcción individual como mujeres y estructura y legitima las
relaciones cuidadosas y cercanas.
Pregunta;
¿Qué entendemos por confianza?¿Qué genera nuestra desconfianza?
Dependencia / Independencia
/ Interdependencia
Crecer significa pasar de la dependencia a la
interdependencia. No a la independencia.
No
somos seres completamente independientes o autónomos, tampoco somos seres
fatalmente dependientes de otras personas. Nos situamos mejor en la
interdependencia, es decir, vinculadas mutuamente en un ir y venir que incluye
la acogida y la crítica, la seguridad y la exigencia, la luz y la noche. En un
proceso de apoyo recíproco que es protector frente al vacío cotidiano, a la
falta de andamios en el transcurrir por la vida día a día.
Las relaciones entre mujeres
En nuestra vida
se dan diferentes relaciones de genealogía ―en diversas direcciones.
La genealogía no
es otra cosa que el reconocimiento de los linajes que nos constituyen: linajes
de sangre, linajes de vínculo afectivo, linajes de sororidad y affidamento que
nos permiten sentir que pertenecemos a un pequeño cosmos.
La maternidad
Toda conversación entre una madre y una hija implica
a tres generaciones, es una transacción entre tres generaciones, la hija, la
madre que transmite a la hija los mensajes culturales sobre ser mujer y las
respuestas de esta madre a los mensajes de su propia madre.
La herencia del
maternaje nos permite:
Seguridad
Exploración
Búsqueda
Conocimiento
Las madres nos han enseñado el valor de la
interdependencia, de la genealogía, de las redes, de la libertad, de la
seguridad, de la palabra, de la voz y, sobre todo, el valor de la confianza.
Es en la
relación de apego con nuestra madre donde aprendemos un elemento que va a
permitirnos desplazarnos por el mundo con seguridad, el valor de confiar.
Pregunta:
¿Quién/ quiénes es/son nuestra madre / nuestras madres?
Relaciones
en red
Las mujeres establecemos
lazos afectivos que a lo largo de la vida se convierten en activos de libertad.
En la enmarañada malla de relaciones que con habilidad tejemos, las redes nos
proporcionan un sentimiento de pertenencia y seguridad. Una estructura de
relación completamente acorde con los nuevos tiempos y el caos de las
relaciones.
Nuestros firmes lazos
sociales, junto con la capacidad para afrontar los avatares de la vida y para
la intimidad, constituyen activos de gran valor que deben reconocerse como
fortalezas femeninas. Las tramas informales de amigas, compañeros y compañeras,
son un elemento impagable.
Los
grupos de mujeres están en la base de nuestra libertad actual. En el inicio del
feminismo, los grupos de autoconciencia nos acercaron a nuestros cuerpos y a
nuestras vidas y, por supuesto, a nuestros derechos, y con todo ello conocimos
el enorme valor de los vínculos.
Nosotras y las diferencias
Nos
ha sido difícil superar la decepción cuando la discrepancia nos muestra que
nuestras compañeras tienen intereses y posiciones distintos. A veces pedimos,
esperamos, más de lo que nos pueden o quieren dar y no dominamos el fair play de la diferencia y el
antagonismo. Nos habíamos quedado encandiladas en el imaginario de la
sororidad.
El
conflicto es inherente a las relaciones humanas y, por supuesto, a las
relaciones de vínculo que se pueden sentir amenazadas por nuestra dificultad
para afrontarlo.
Ante las
diferencias tenemos varias tentaciones:
- Negarlas, ignorarlas, no mirarlas, hacer como que no existen
- Despreciar su función creativa
- Verlas como motivo de diferencia, segregación, desconfianza, temor,
inseguridad
- Caer en el deseo beatífico de homogeneidad donde nos sentimos
seguras, iguales, no competitivas…
- Ponernos ‘tolerantes’ y superiores, dadivosas, mirarlas con
conmiseración
- Aprovecharlas y beneficiarnos de la creatividad y la riqueza que nos
permiten
- Utilizarlas como palancas para el cambio
La
importancia del apoyo mutuo entre las mujeres para el avance en el mundo de lo
social, de lo público, del que nos hemos visto socialmente relegadas.
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