jueves, 12 de junio de 2014

CONCENTRACIÓN LUNES 28 DE ABRIL

PLENO EXTRAORDINARIO
VIOLENCIA DE GÉNERO
Pozoblanco, 28 de Abril de 2014





















En esta ocasión, nuestra compañera Juani fue la encargada de dar lectura al texto realizado por la alumna de 2º Bachillerato de IES Los Pedroches,
Verónica Herruzo Torrico.


UNA HISTORIA MÁS
Aquella noche estábamos mi madre y yo en el salón viendo la tele, cuando el hombre de las noticias habló del número de mujeres que han sido maltratadas por sus parejas o maridos. Yo nunca entendía el porqué de eso y siempre le acababa preguntando a mi madre: -¿Por qué esas mujeres que salen ahí en la tele están llorando?- Mi madre siempre me respondía:- Porque sus maridos no las quieren y no las cuidan. Todavía eres un poco pequeño para entenderlo bien cielo.- Yo nunca encontraba una explicación al por qué había hombres que no cuidaban de sus mujeres, porque mi padre sí que cuidaba de mi madre. O eso pensaba yo en aquel entonces.
Pasaron unas horas y mi madre me llevó a mi habitación, me dio las buenas noches y me besó en la frente como hace todas las noches al acostarme. Yo no conseguía dormir, cuando de repente escuché el ruido de un coche que se paraba justo debajo de mi ventana donde estaba la puerta de mi casa. Apenas pasaron unos segundos cuando escuché a un hombre dar voces y golpes en la puerta. Mi madre fue a ver quién era y la escuché decir el nombre de mi padre. Yo me levanté de la cama ansioso por ver a mi padre, que hacía tiempo que no lo veía. Cuando bajé las escaleras y lo vi, tenía un comportamiento un tanto extraño. Estaba sujetando a mi madre y gritándole como hacían ellos conmigo cuando yo me portaba mal. Me dijo mi padre: -Hijo, vete a tu habitación.- Yo le dije: -¿Por qué le gritas a mamá?- El me respondió enfadado: - Te he dicho que te vayas a tu habitación.- Salí del salón como me dijo mi padre, pero me quedé en las escaleras escuchando, porque me parecía extraño aquel comportamiento que él tenía hacia mí, ya que no parecía el mismo de siempre. Escuché gritar a mi madre y decirle a mi padre que no estaba bien, que iba borracho, que nos dejase en paz. Él se enfadó y le empezó a gritar otra vez: -¡Que me dejes vivir aquí con vosotros! ¡Que no tengo donde ir!- Ella le dijo: -No voy a dejar que te acerques más a nuestro hijo y menos cuando vas borracho. Búscate otro lugar para vivir porque con nosotros no lo vas a hacer mientras lleves la vida que llevas. No me conviene estar con una persona como tú, y mucho menos que nuestro hijo se críe siguiendo un ejemplo como el tuyo.- Se quedó todo en silencio por unos instantes y se escuchó de repente un golpe fuerte acompañado de un grito de mi madre. Me acerqué de nuevo al salón y vi a mi madre tirada en el suelo. Mi padre la levantó al verme aparecer, me sonrió y me dijo: -¿Te ocurre algo hijo?- Yo le contesté: -¿Por qué estaba mamá tirada en el suelo?- Me dijo él: -Porque no me ha hecho caso.- Le pregunté: -¿Qué ha hecho?- Entonces mi madre entre lágrimas y sin mirarme a la cara me dijo: -Por favor, ve a acostarte. Solo estamos hablando.- Asustado me volví a mi habitación. Esta vez me tumbé en la cama, pero dejé la puerta abierta para escuchar todo lo que sucedía. De nuevo volví a escuchar a mi padre pegar voces y decirle a mi madre que qué hacía llorando delante mía, que si ella quería hacerme ver a mí que él no era bueno para nosotros. Volví a escuchar un golpe, pero seguido de este, otro, y otro... Bajé corriendo, llegué al salón y cogí a mi padre por la espalda mientras él le daba patadas y puñetazos a mi madre como un descontrolado. Ella estaba tirada en el suelo llorando y retorciéndose de dolor. Me dio un fuerte codazo en la tripa, pero él no se inmutó y siguió pegándole. -¡Papá, deja a mamá por favor! ¡Qué yo te quiero como eres!- le dije yo mientras empezaba a llorar al ver que seguía dándole cada vez más fuerte.-Papá por favor, que mamá no ha hecho nada, ¡déjala!- dije mientras me tumbaba al lado de ella que seguía quieta en el suelo.- Está llorando papá, ¿acaso no la ves?- le retiré el pelo de la cara para enseñarle a mi padre las lágrimas que tenía por toda la cara. Algunas de esas lágrimas estaban manchadas de la sangre la cual había salido de la nariz y de las rajas que le había hecho con las continuas patadas y puñetazos. Me asusté al ver lo destrozada que tenía la cara. Cuando él paró de pegarle, me abalancé sobre mi madre para darle un abrazo y protegerla de mi padre, que mientras lo miraba le decía:- ¿Éste era tu objetivo papá? Ansiabas ver llorar a mamá de esta manera, ¿verdad? ¿Querías ver como sufría mientras tú le pegabas de la forma que le has pegado?- Él me miró sin decir ni una sola palabra y antes de irse le echó una mirada llena de odio a mi madre mientras susurraba: -Esto no va a terminar así.- Se fue y nos quedamos mi madre y yo en el salón. Ella seguía en el suelo sin parar de llorar. Yo intenté levantarla, pero no tenía tanta fuerza. Fui al baño, cogí un poco de papel para las lágrimas, algodón con agua oxigenada para la sangre y unas tiritas para tapar las heridas. Llegué de nuevo al salón y vi que mi madre estaba destrozada y muy asustada. No paraba de temblar. Nunca la había visto así. Yo le dije: -Mamá, yo estoy aquí para cuidarte. No te preocupes que yo no te haré nunca daño.- Ella hizo un esfuerzo y me dio un abrazo enorme mientras se tranquilizaba poco a poco. Pasaron unos minutos y consiguió calmarse. Nos acostamos e intentamos olvidar lo que había pasado. Esa noche dormí abrazado a ella para intentar que se le fuese el miedo que tenía metido en el cuerpo.
Ahora estoy aquí delante de todos vosotros contando una de las muchas escenas que tuve que vivir de pequeño, pero sobre todo uno de los muchos maltratos que recibió mi madre debido al miedo que tenía de decirle a alguien lo que le estaba sucediendo y de no llamar, por ejemplo, al 016, que quizás, hubiesen puesto medios para parar esta violencia constante contra ella y haber podido tener una mejor y saludable vida. Mi madre vive ahora conmigo, después de haber estado en un piso de acogida para mujeres expuestas a violencia de género por sus parejas o maridos, mientras que a mí me mandaron a un centro de menores durante ese tiempo. Allí no hubo día que no me acordase de ella. Ahora el psicólogo no para de hacernos dos visitas al mes para ver como continua mi madre después de tantos episodios trágicos a los que nunca les supo plantar cara. Yo no pude tener una adolescencia como la del resto de chicos y chicas de mi edad rodeada de mi familia, ya no solo por no tener la figura de mi padre, al cual se lo llevo la policía por malos tratos, para poder educarme, sino por no tener ni siquiera la de mi madre. Ella no estaba en condiciones ni física ni psicológicamente de cuidar de mí, por lo que me llevaron al centro de menores.
Yo he tenido suerte de poder estar contando esto y decir que mi madre sigue viva, pero, ¿cuántas mujeres mueren cada año debido al maltrato de sus parejas? ¿Cuántos niños se han quedado sin las figuras maternas debido a esto? Deberíamos mentalizamos más y ser conscientes del número de mujeres que mueren al año por violencia de género e intentar entre todos que disminuyese esa escalofriante cifra.

Verónica Herruzo Torrico.
2º Bachillerato de IES Los Pedroches.


















Relación de víctimas desde el ultimo Pleno:

05 de abril, mujer de 80 años en Tarragona.
06 de abril, Raquel G.B. de 43 años en Jerez de la Frontera (Cádiz).
10 de abril, mujer asesinada en Barcelona.

25 de abril, Mª Elena Rodríguez Quiroga de 72 años en Foz (Lugo).



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