PLENO
EXTRAORDINARIO
VIOLENCIA
DE GÉNERO
Pozoblanco, 28 de Julio de 2014
UNOS COLORES QUE SABÍAN HA SUFRIMIENTO
Todo empezó
cuando le dio la primera bofetada al ritmo que le decía uno de sus insultos que
él siempre le solía decir, quizás todo había empezado mucho antes pero ella no
era consciente de ello, o no quería serlo.
Todo
se convertía en rutina, sus golpes en la mesa del comedor, sus gritos en cada
rincón de la casa a altas horas de la madrugada borracho o las continuas
amenazas.
Nada
parecía cambiar, sus hijos seguían preguntado qué pasaba, por qué papa siempre
estaba con gritos y casi nunca dormía en casa, ella no sabía cómo contarle todo
lo que pasaba, quizás porque no lo entenderían o porque simplemente no quería
ver a sus hijos sufrir.
Pero un día,
él llegó cabreado a casa, decía que era del trabajo, pero como siempre, la
pagaba con quien verdaderamente no tenía culpa de nada.
Esta vez le
tocó a la hija pequeña, su madre no sabía cómo actuar, él estaba muy alterado,
le gritaba muy fuerte y le daba duros golpes en la cabeza, Marina, la hija,
lloraba desconsoladamente pidiendo ayuda a su madre. Matilde vio en esas
lágrimas la solución para salir de toda esa pesadilla. Nunca había visto a su
hija tan asustada y acobardada de algo. Esa solución sería separarse de ese
bruto, de esa persona que estaba destrozando su familia y poder así,
finalmente, ser una familia feliz, pero esa felicidad solo duro un rato, el día
que perdió de vista a ese tipo en aquel juzgado pero ella seguía asustada, él
seguía siendo el mismo pero sin vivir cerca de ella, le hizo la vida imposible
hasta que ella planto cara a toda esta situación y fue en busca de ayuda, su
familia fue la primera en ayudarle, esta desconocía todo lo que Matilde les
estaba contando, teniendo la suerte de que su hermana era una gran profesional
en estos temas le ayudó mucho en esta situación.
El seguía
es sus cabales, seguía pensando la manera de seguir destrozando la vida a esa
gran mujer que ya poco a poco iba siendo más feliz. Pero él no lo consiguió,
ella seguía felizmente con sus hijos y su familia, nunca había estado tan bien.
Ella conoció a un hombre que de verdad sabia respetarla y quererla de
verdad. Y ahora se puede decir que está mejor que nunca, esta guapísima, y ya
no usa ese pinta labios rojo que siempre llevaba en sus labios y esos ojos tan
negros que siempre llevaba pintados.
Mónica
Madueño Fernández.
2º
de Bachiller del IES Antonio María Calero.
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