Los Plenos
extraordinarios y las concentraciones mensuales se vienen
celebrando desde hace varios años y en ellos hacemos presentes a las
mujeres asesinadas durante el mes. En todos estos años no ha pasado un
solo mes sin que alguna mujer fuera asesinada.
En este mes de
diciembre comenzamos con la lectura de los relatos que se presentaron a
concurso con motivo del 25 de noviembre, Día Internacional Contra la Violencia
hacia las Mujeres.
Rafael Garrido Vilchez,
del IES. Los Pedroches dio lectura al relato de
título "OTRA
VEZ.....":
"Antes de
abrir los ojos lo huelo...y me entran ganas de llorar, ese
olor, el olor a margaritas. Todo vuelve a empezar otra vez.
Con cuidado abro
los hinchados ojos y trato de reconocer a la gente que hay a mi alrededor, veo
a mi madre, mis hermanas, mis hijos, mi abuelo, incluso la vecina del piso de
al lado, pero no lo veo a él.
Todos empiezan a
hablar a la vez, casi a gritar, pero yo solo veo sus caras deformadas por los
restos de la anestesia y el miedo, ¿dónde está?, no puedo verle. Mis hijos se
abalanzan sobre mi asustados, intento abrazarlos pero no puedo moverme,
entonces me doy cuenta de que estoy inmovilizada por un mar de vendas y
tablillas que me empiezan a asfixiar, apretándome lo que quedan de mis extremidades,
una infinidad de tubos se introducen en mi cuerpo y un irritante sonido rítmico
me taladra los oídos, ahogada por el pánico intento gritar, pero nada sale de
mi garganta.
Entonces las
figuras se apartan y lo veo allí sentado en una silla tan fría como su mirada,
con un ramo de margaritas mas grande que el anterior, con otra caja de cuero y
una tarjeta que podría recitar sin haberla leído, hay restos de lágrimas en sus
mejillas y tiene los ojos enrojecidos, ¿Qué me habrá sucedido esta vez? ¿Una caída
por las escaleras? ¿Unas estanterías mal colocadas? ¿Un accidente en la cocina,
quizá? Con estas preguntas en la cabeza mi vista empieza a oscurecerse,
subrayando aun mas su impasible mirada.
La segunda vez
que me despierto mis hermanas están sentadas en el borde de la cama discutiendo acaloradamente entre ellas, se gritan unas entre
otras señalándose y llorando, yo intento decirles algo, explicárselo todo,
llorar con ellas y acabar con esto de una vez por todas, salir de este circulo
de humillación y dolor, pero no parecen escucharme, les llamo por sus nombres e
incluso les grito, pero no reparan en mi, en un ultimo esfuerzo por llamar su
atención tiro el jarrón con las margaritas al suelo antes de volver a sumirme en otra pesadilla.
Ya puedo
moverme, el médico dice que no es tan grave como parecía, solo algunos huesos
rotos y unos cuantos traumatismos, todo está bien, puedo volver a casa.
Subida en una
silla de ruedas recorro el hospital que tan bien conozco, los pasillos verdes,
los ascensores, las puertas rojas... empujada por mi madre me dirijo hacia la
salida. Al abrir las puertas principales están todos allí, haciendo un
semicirculo, aplaudiendo y vitoreando, contentos de mi recuperación, en medio
de todos ellos se encuentra él, sonriente y bien vestido, con mis hijos a su
lado. Todo esto me hace recordar el día de mi boda y por un momento sonrío.
Cuando llego hasta él me besa en los labios y me ayuda a subir en el coche en marcha se acaba la función y el
telón cae, otra nueva historia empieza, una historia de la conozco el final.
Ya estamos en
casa, solo él, yo y mis hijos. Al entrar no me sorprende verlo todo perfectamente recogido y limpio, me deshago del abrigo
ignorando las punzadas de dolor y lo coloco en el perchero, avanzo por el
pasillo hasta el salón, la mesa está puesta y la comida servida, boles de ensalada, carne e incluso galletas
hechas recién hechas cubren el mantel blanco.
Recordando una
escena idéntica no mucho tiempo atrás me dirijo a mi dormitorio, allí miro mi
reflejo en el espejo, el rojo y el morado son los colores que destacan sobre
unos ojos hinchados y unas cuantas suturas. Me desvisto cuidadosamente y me pongo la bata. Es hora de cenar,
no debo hacerles esperar... con cierta prisa me pongo las zapatillas y me
dirijo una vez más al espejo, en la repisa de este se encuentra la caja de
cuero negro, en el mismo sitio de siempre, abro el cajón y vuelco el contenido
de la caja en él. Otro collar dorado cae sobre otras baratijas sin significado
alguno para mí, todas ellas regalos de arrepentimiento que me recuerdan lo
fácil que es pedir perdón y ser perdonado.
Salgo de la
habitación con la mejor sonrisa de la que soy capaz y me siento en la mesa,
dispuesta a intentar cambiar el final de esta historia una vez más,
prometiéndome a mi misma lo mismo de siempre y observando que todo sigue igual,
que nada parece haber cambiado, otra vez...
Mujer asesinada
en el mes de Noviembre:
26 de noviembre:
Mujer de 26 años en Valencia
Guardamos un minuto de silencio por la mujer asesinada.
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