Fue un privilegio contar con la presencia de LIDIA que para muchos/as es simplemente la feminista (porque feministas hay muchas, pero la feminista, en singular, sólo puede ser ella) tiene una vida desbordante y llena de sorpresas. Contundente, huracanada, lista, lo que más llama la atención de esta mujer es su constante ejercicio de la sinceridad. Se trata de una actitud tan inusual como envidiable. Y es que Lidia no se muerde la lengua ni contiene ningún gesto.
Nieta de anarquistas e hija de una feminista y un líder comunista, esta mujer lleva el inconformismo en los genes. Militó en el Partido Comunista, del que salió más que defraudada para fundar el Partido Feminista de España. Es licenciada en Derecho, Periodismo y Arte Dramático, doctora en filosofía y autora de 39 libros entre novelas, ensayos y obras teatrales. De personalidad arrolladora, valiente en sus posicionamientos, vehemente en la defensa de sus ideas, pero sobre todo de izquierdas y revolucionaria, una especie en extinción.
Lidia Falcón es un ejemplo singular de militancia, teorización sólida sobre las raíces de la opresión de las mujeres y creación de un mundo literario tejido con la historia y la política. No es ninguna exageración afirmar que es imposible hablar del feminismo español y su contribución a la democracia sin pensar en Lidia Falcón.
Es una de esas mujeres en llamas que nació tan pronto que aún sigue fuera del tiempo. Se ha serenado, dice, pero la Falcón sigue sin ceder ante la estupidez, la hipocresía y la injusticia.
Dice Lidia:
La lucha es cara. Pero cuando me levanto y me miro al espejo veo a una persona decente. Yo no podría estar en esa política institucional organizada por señores y unas cuantas traidoras que les adoran, para que todo siga exactamente igual. Yo lo que quiero es cambiar el mundo.
Es el momento de hacer la revolución
PROGRAMAS ELECTORALES PARA LAS MUJERES
LIDIA FALCÓN
Es creencia general que las convocatorias electorales sirven para que las formaciones políticas planteen los proyectos que piensan llevar a cabo a fin de conquistarse el favor de los ciudadanos, independientemente de que al final cumplan lo que prometen. Pero cuando se cuenta ya por días el plazo que resta para que se celebren las elecciones municipales y autonómicas observo que las polémicas entre los partidos siguen centradas en los mismos y gastados temas. En el panorama mediático y en las encuestas y estudios sociológicos se plantea a la vez el desánimo y la desilusión de la ciudadanía respecto a la política, lo que llevará a una abstención record en la breve historia democrática de nuestro país. No es de extrañar, explican, teniendo en cuenta el alejamiento de los dirigentes de los problemas reales de la ciudadanía. De lo que sí estoy segura es que la mayor abstención se dará entre las mujeres.
En dichos estudios, apenas he leído alguna mención sobre el posible comportamiento del colectivo femenino. Se hace hincapié en el de la juventud, entendida como un todo uniforme, y no existe casi ninguna referencia a las mujeres pertenecientes a sectores de mayor edad. Pero no solo el voto femenino se consiguió hace casi ochenta años, lo que debería movilizar a los dirigentes políticos a dedicar la campaña hacia las mujeres aunque solo fuera en beneficio propio, sino que los problemas de éstas siguen siendo diferentes a los de los hombres.
En febrero se publicaron los datos del empleo y salarios en Euzkadi que explican la estremecedora proporción de que las mujeres ganan la mitad que los hombres. Y en toda España la tasa de población activa femenina es la muy mezquina del 44%, es decir cuarenta puntos menos que en Suecia y treinta menos que en Francia. El trabajo a tiempo parcial, el trabajo eventual y los contrarios precarios son fundamentalmente femeninos, con largas interrupciones en los periodos de maternidad. El subempleo respecto a la formación adquirida hace estragos en las mujeres y el 64% de las consideradas con inteligencia superior a la media, las llamadas genias, están en casa realizando tareas domésticas porque las empresas no quieren talentos en cuerpos de mujeres. Por eso ellas dedican tres veces más tiempo que los hombres al cuidado de menores y mayores y al mantenimiento del hogar, y como remate de todas estas carencias, la violencia machista las agrede, las abusa, las viola y las mata en una guerra sin fin.
Pues bien, ¿cuales son los planes que proponen los partidos para la próxima legislatura? Los ayuntamientos tienen competencias para crear jardines de infancia, residencias de mayores, centros de día, casas refugio para mujeres maltratadas, cursos de formación profesional y otros servicios muy necesarios para aumentar la calidad de vida de los ciudadanos, así como disponen de la policía local. Las comunidades que se presentan a elecciones en esta convocatoria en su mayoría poseen ya competencias en educación, justicia y sanidad y por tanto deben invertir en mejorar estos deteriorados sistemas.
Cubrir suficientemente los servicios públicos significa para las mujeres la supervivencia. Si nuestro país tuviese una red de infraestructuras sociales que las ayudasen a cumplir sus obligatorias tareas de cuidado y domésticas, su participación en el mercado de trabajo se multiplicaría. No solo por su demanda de empleo sino también porque los puestos que se crearían en la red pública serían ocupados por ellas. Aumentar el potencial laboral femenino significa no únicamente una cuestión de obligación moral de todo país democrático sino también aumentar significativamente los ingresos del Estado a través de los impuestos y su contribución a la seguridad social. Y, lo que es aún más importante, darle un impulso a la natalidad hoy en franca situación de hundimiento. Al parecer, las españolas -¡quien lo iba a decir hace pocos años, en 1975 España tenía la natalidad venezolana, 3,7 hijos por mujer adulta!- tienen poco instinto maternal. Desde el momento en que consiguieron libertad para controlar su capacidad reproductora la natalidad se hundió porque prefieren asegurarse su futuro profesional a dedicarse al cuidado de los hijos. Con 1,3 hijos por mujer adulta no se repone siquiera la generación anterior que precisa de 2,2. En pocos años España perderá población y con ello toda capacidad de reponerse de la crisis en que estamos hundidos.
Si a esta miseria añadimos la masacre que están padeciendo las mujeres, apaleadas, violadas y asesinadas en un fenómeno masivo inigualable en años anteriores, la población femenina española descenderá y se empobrecerá estremecedoramente. Ya tenemos más de tres millones de viudas que constituyen el colectivo más pobre del país, sin posibilidades de insertarse en el mundo laboral. Y las próximas pueden estar seguras de que cobrarán aún menos que sus antecesoras.
¿Es mucho pedir que los partidos políticos dediquen algún esfuerzo para idear y prometer proyectos que contribuyeran a remediar tal estado de cosas? Sería muy de desear que sobre todo las mujeres dirigentes de esos partidos mostraran alguna sensibilidad respecto a la situación de sus hermanas bastante más desfavorecidas que ellas, en vez de pretender, en una competencia patética, imitar a sus colegas masculinos repitiendo los latiguillos y eslóganes sobre los temas internos de partido y las polémicas que los separan, y dedicaran algo de su tiempo a idear planes para sacar a sus conciudadanas de la pobreza, la marginación y la violencia en que el patriarcado las hunde. Aunque solo fuera por fingir que les importan mientras dure la campaña electoral.
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